Me es imposible, seguir por este lado de la vida, por el que, me ha tocado caminar, sin pararme a contemplar, como se desarrolla en los hombres ese sentimiento tan laborioso de diseccionar llamado: lástima. Como dijo un famoso abogado Sevillano: “Media España se levanta todos los días, para engañar a la otra media”. Por eso, me refería al principio, a este lado, por el que camino. Porque, además de todo lo anterior, existen dos carriles por los que circulamos en la vida.
Como también dijo otro intelectual: “Por uno, caminan los que van tirando las piedras. Y por el otro, los que van recibiendo las pedradas.” Junto a todos estos dichos, tendríamos que destacar, a aquellos, a los que, debiéramos tener en conmiseración, compasión, empatia, comprensión. Cuando todo eso, lo metemos en un cóctel, y lo agitamos. Podríamos obtener la pócima del odio, o de la lastima. Según el ojo, con el que, enfoquemos el asunto. Si por uno de esos carriles, circula una de esas personas, difícilmente, saldrá indemne de la pedrada. A no ser que, su “lastima”, sea pregonada a los cuatro vientos o por medio de terceros el soplo sea divulgado.
El personaje en cuestión, cubierto con ese velo de lástima, puede ser un ser orgulloso. En cuyo caso, será reacio a provocarla. En caso de extrema necesidad, podría dejar los prejuicios a un lado. Entonces, no tendrá inconveniente, en divulgar su situación crítica y lastimosa. Porque, no olvidemos que, la lástima, procede de la capacidad de sentimiento del hombre.
Por eso, si queremos hacer uso de ella, para conseguir un fin. Hemos de demostrarla, airearla, mostrarla leve, y disimuladamente, sin excesivas muestras de victimismo. En el caso de que, este proceder, no diera resultado, existe, como ya hemos mencionado, otras maneras de proceder, para el aprendiz novato que, era el mencionado “boca a boca”.
Los mejores Best Sellers, se venden por este procedimiento. El efecto “dominó", nos llevará por fin, al objetivo pretendido o nos dejará hechos unos zorros, según el temporal. De lo que se trata, es de que, sepamos discernir la verdadera “lastima” de la falsa. Y de que, nuestros sentimientos, no nos jueguen una mala pasada. Porque, para diseccionar este complejo sentimiento. Hay que hacer, un estudio completo, frío y calculador, de la persona en cuestión.
Un estudio que, no nos impida pensar con el corazón, pero tampoco que, predomine su decisión, sobre la de nuestra cabeza. Pensando con la cabeza, habremos de descubrir, de donde procede, ese sentimiento, por nuestra parte. Aun, siendo verdadero, puro y limpio, he de decir que, me quito el sombrero por los resultados que, alcanzado el punto máximo donde la lástima toca techo, compruebo que han obtenido, dichos individuos/as. En una sociedad que, cada vez, va perdiendo mas, el gas de la solidaridad.
Todavía, es de destacar, una serie de ramas sociales, donde la lástima, es el catecismo, con el que, comulgan sus miembros. Sociedades compuestas, por gente que, amparada en la lástima, comen y viven diariamente. No sabremos si el “cuento”, tendrá un final feliz, hasta que no terminemos de leer la historia completa. La diferencia entre estas historias, y las que leemos normalmente, es que, esta historia, suele ser interactiva.
En esta historia, podemos participar, aunque actuemos de público. Porque, de lo único que no se pueden zafar los protagonistas es, de que, hay publico asistiendo a la sala. Es pues, una historia publica, fácil de juzgar. Lo peor de todo es que, casi siempre hay un hilo conductor, que maneja el guión. Un guión que, es totalmente improvisado y del que, solo damos cuenta los espectadores. Porque el publico, al final, podría ser juez y parte de un crimen o de una salvación.
Y yo, no quisiera ser jurado.
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