Siempre se repite la misma historia: cada individuo no piensa más que en sí mismo.
Al hombre perverso se le conoce en un sólo día; para conocer al hombre justo hace falta más tiempo.
Los hijos son las anclas que atan a la vida a las madres.
El que prescinde de un amigo es como el que prescinde de su vida.
La alegría más grande es la inesperada.
Me preguntas si debes o no casarte; pues, de cualquier cosa que hagas te arrepentirás.
Quien no haya sufrido lo que yo, que no me de consejos
Para quien tiene miedo, todo son ruidos.
Noble cosa es, aún para un anciano, el aprender.
La verdad puede más que la razón.
Los que en realidad aman la vida son aquellos que están envejeciendo.
Una mentira nunca vive hasta hacerse vieja.
Cásate; si por casualidad das con una buena mujer, serás feliz; si no, te volverás filósofo, lo que siempre es útil para un hombre
Los cielos nunca ayudan al hombre que no quiere actuar.
El que es bueno en la familia es también un buen ciudadano.
No se puede juzgar la vida de un hombre hasta que la muerte le ha puesto término.
Una palabra es suficiente para hacer o deshacer la fortuna de un hombre.
Un Estado donde queden impunes la insolencia y la libertad de hacerlo todo, termina por hundirse en el abismo.
El saber es la parte más considerable de la felicidad.
Constante y perpetua riqueza es la virtud.
Acostada en medio de la desdicha, el alma ve mucho.
Muchas cosas hay portentosas, pero ninguna como el hombre. Tiene recursos para todo; sólo la muerte no ha conseguido evitar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
DEJA TU COMENTARIO