"¿Por qué lo llamas desgracia?" respondió el padre. "Veremos lo que nos trae el tiempo".…
A los pocos días, el caballo regresó acompañado de una preciosa yegua salvaje. "¡Padre, qué suerte!" Exclamó el muchacho. "Nuestro caballo ha traído otro caballo más."
"¿Por qué le llamas suerte?" Repuso el padre, "Veamos
qué nos trae el tiempo."
Unos días después, el muchacho quiso montar el caballo
nuevo y éste no acostumbrado a un jinete, se encabritó
y lo arrojó fuertemente al suelo.
"¡Me he quebrado la pierna!“ El padre retomando su experiencia
y sabiduría sentenció: "¿Por qué lo llamas desgracia?
El muchacho no se convencía de la filosofía del padre, sino que gimoteaba en su cama. Pocos días después, pasaron por la aldea los enviados del rey buscando jóvenes para llevárselos a la guerra. Vieron en la casa del anciano, a un joven entablillado
y lo dejaron, siguiendo de largo.
El joven comprendió entonces que nunca hay que dar
ni a la desgracia ni a la fortuna como absolutas,
sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo,
para ver si algo es malo o bueno…
es que la vida da
tantas vueltas y es tan
paradójico su desarrollo,
que lo malo se hace bueno
y lo bueno, malo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
DEJA TU COMENTARIO