LA ZONA HISTÓRICA : Ventippo


Tres Kilómetros al Norte de Casariche, en la margen derecha del río Yeguas y sobre un montículo que en el pueblo llamamos “La Atalaya”, es posible que se hallen las ruinas de “Ventippo”, ciudad antiquísima anterior a los romanos.


Su descripción se basa, sobre todo, en testimonios de personas que han visto este lugar durante distintas décadas, la descripción de otros y por los comentarios que se escuchan por el pueblo. Es posible (por desgracia) que al día de hoy no existan algunos de los restos que más adelante se describirán.

Es muy posible que en esta zona se encontrara la antigua ciudad de Ventippo, cuyo sufijo “-ippo”, junto a –ipo, son elementos de diferenciación lingüística, que en este caso se da en la zona tartesica (Baesipo, Ostippo, Ventippo, etc.) y sub-lusitana (Olisipo, Colipo), que la diferencia de otras zonas del sur peninsular que, por ejemplo, utilizan los elementos “ob-” y “-uba” (Oba , Corduba, Onuba, etc.).


El nombre de Ventippo, tal como nos ha sido transmitido, está latinizado; es el nombre que le dieron a esta población los romanos; y debe conservar tan poco del primitivo que acaso no haya de él más que la terminación –ippo.



El prefijo Vent- pertenece a alguna palabra latina que en éste caso podría ser de la palabra ventosus (ventoso). Y el sufijo -ippo pertenece a la lengua de los fundadores del primer asentamiento, y significa ciudad. Uniendo ambas nos da Ventippo: “ciudad del viento”. Pero esto es tan solo una hipótesis.

Algunos autores latinos la mencionan como “Ventigo”, lo que da idea de los numerosos errores que se han debido de cometer desde entonces al dar el nombre de la ciudad, siendo posible que el nombre Ventigo proceda, por error de trascripción, de Ventippo, con una sola “p” y este a su vez sea fruto del error de trascripción de Ventippo, o tal vez los romanos la escribieran así por comodidad o como auténtica señal de dominio, tal como reflejaron en la moneda.

También, recibió otros nombres, debido a alguna de las razones anteriores,. Y esos nombres son: Ventiponte y Ventiponem, entre otros.

Se ha venido utilizando la hipótesis de que fue fundada por gentes camitas venidas del norte de África, durante la invasión Libio-Fenicia, hipótesis que se basa en la terminación –ippo, que algunos autores desestiman pero que sigue en uso.

Sin un preciso estudio del yacimiento no es fácil poner fecha a su fundación, tan sólo compararla con otros yacimientos y con la historia general de, al menos, el sur peninsular.

En esta zona se pueden encontrar, en la superficie del terreno, abundantes restos de cerámica que distintas culturas nos han dejando. Dichas culturas, son la Ibera, la Cartaginense, la Ibero Romana, y la Roman. También es posible que se encuentren restos de otras culturas: la Fenicia, la Tartesia, Turdetana, Árabe e incluso Griega.

En la falda del monte y alrededores destaca la cerámica propia de la dominación romana: gruesas tégulas (tejas), ladrillos, las típicas ánforas, etc. También nos podemos encontrar un pasadizo subterráneo que se viene identificando con galerías militares. 


Mosaico "El Juicio de Paris", hallado en Casariche en 1985

Hasta hace unas décadas se podían distinguir varias entradas-salidas de la galería, de la que actualmente se conserva tan sólo una, con entrada descendente no directa, es decir, desciende unos metros y gira a la derecha también descendiendo, llega a un lugar más o menos llano donde se ramifica en tres o cuatro galerías, estando tapadas a escasos metros de sus arranques. 

En dicho llano se conserva un gran bloque de sillería, tal vez de la muralla que rodeaba la ciudad.

También se podía apreciar el arranque de varias cloacas.

En el llano que hay entre el río y el montículo existía una zona con edificaciones, que en la actualidad no son visibles. Quizás se encuentren enterradas para su mejor conservación, aunque nadie ha sabido confirmarlo. 

Se comenta que podría tratarse de pequeñas quintas o villas peri urbanas que debieron ser ricas y lujosas, debido a los objetos que allí encontraron, y de los que se adueñaron, algunos “piteros”, sobretodo en la década de los 60 y 70. 

Tal vez estas viviendas pertenecieran a patricios residentes en Lora de Estepa y/o Estepa; o tal vez casas de legionarios licenciados que edificaron en las correspondientes parcelas que les fueron asignadas para su asentamiento.

Epígrafe estudiado y analizado por José María Luzón en 1968, en su obra titulada “EL MUNICIPIO FLAVIO ONINGITANO Y LA GÉNESIS DE UN EPÍGRAFE”.

Al iniciarse la subida, podemos ver, en buen estado de conservación, una construcción circular con un diámetro aproximado de siete metros, y una altura, sin contar la que se encuentra enterrada, de unos dos metros aprox., tiene una pequeña puerta, que, según algunos autores, se abrió con posterioridad, y arranque de cornisa que serviría para el apoyo de la bóveda. 

Su verdadera utilidad en la época romana no se sabe con exactitud. Podría tratarse de un fornax (horno) para la cocción de ladrillos, vasijas, etc. o de un edificio funerario, pero se ha venido difundiendo que hay más indicios para suponer que se trataba de un depósito de agua -“TURRIS AQUARUM”-, que serviría para el suministro de agua a la ciudad, suposición que a mi parecer no ha sido apoyada por un estudio arqueológico. 

Se basa en el descubrimiento décadas atrás de una conducción de agua que la abastecería desde la Fuente Sustancia, en el Rigüelo, a unos cinco kilómetros río arriba, y que hoy se pueden ver a su paso por el Cerro Bellido.

El autor no está d acuerdo con esta suposición porque:

La incógnita que nos brinda D. Domingo Caballero (q.e.p.d.) en su libro “Breve reseña de la localidad de Casariche”-1969-, que dice así: 

“El paso del río durante más de 2000 años ha ido erosionando su margen derecha, que es de la Atalaya; y al mismo tiempo, profundizando su lecho no menos, seguramente, de 4 milímetros por año, es decir: ocho metros en total. 



Durante el mismo tiempo el arrastre de las tierras de la pendiente por efecto de las lluvias subió esa orilla sus dos o tres metros. Pues bien, hacia el punto cero de donde parten esas dos cantidades de signo contrario en la pared del barranco que hace el río frente a las piedras que en el pueblo llaman las escaleras, vemos incrustados en la tierra unos restos de edificación a la altura de ocho metros sobre el nivel de la aguas. 

Se desconoce si es el revestimiento de un pozo o l desagüe de una alcantarilla procedente de la ciudad. 

Aguilar y Cano, en su “Memorial Ostipense”-año 1886- hace la siguiente referencia: 

“El tercero, que señalan en la misma atalaya, que tiene seis metros de diámetro; puerta y arranque de muralla adosada a la parte N., nos parece resto de torre o fortaleza.” 

En el caso de que el agua se trajera de El Rigüelo, y que los restos de conducción de agua que hay en el Cerro Bellido sean de origen romano (algo que no se ha podido confirmar), cabría pensar que dicha conducción estaría complementada con acueductos para salvar los desniveles existentes. 

Se comenta que en alguna que otra ocasión se han podido ver restos de arcos entre el Cerro Bellido y El Rigüelo, que podrían tratarse de restos del acueducto (que tampoco se ha podido verificar). Todo ello sería una gran obra arquitectónica e hidráulica. Para demostrar la existencia de dicho acueducto sería necesario realizar un minucioso estudio. 



En la parte alta del monte se encuentran los restos de los cimientos de un anillo de muros, y en la cima del mismo, al lado opuesto del río, el firme del piso de algunas dependencias y restos de sus cimientos. 

Al parecer, sobre el suelo de algunas dependencias, a unos 50 cms, había otro superpuesto, y el espacio intermedio relleno de escombros, lo que hace suponer que se hizo obra en la vivienda o que se construyó sobre edificios destruidos, como acostumbraban los antiguos. 

Se comenta que una esquina de esos cimientos, de 1,40m de largo por 1 de ancho, se encontraba, a finales de la década de los 60, perfectamente enlucida en su interior, y que tenía una profundidad de casi dos metros respecto al suelo. 

El color de las paredes de estas viviendas, según se comenta, era rojo y azul, y que se puede confirmar según los minúsculos trozos de enlucido que se pueden ver en la superficie de este lugar. 



Los cimientos de varias viviendas podían verse en 1998, casi cubierto de tierra, hoy no visible. Hace años unas fuertes lluvias u otro hecho dejó a medio descubrir lo que sería el firme o solería de una de las viviendas, realizado con chinos de caliza blanca de varias formas y tamaños, dispuestos irregularmente, separados en varias secciones por piedras negras (¿caliza negra?) con forma de rombo, que en su mayor longitud miden de 8 a 10cms, siendo posible que formaran una especie de asterisco, en cuyo centro había un hueco del que sin lugar a dudas se ha extraído alguna pieza, lo que hace pensar que fuese de cierto valor y que alguien se ha llevado. 

Este conjunto es el que ha dado mayor número de hallazgos (cerámica, estatuas, lucernas, etc.). 

Tal vez estas viviendas pertenecieran a patricios residentes en Lora de Estepa (Olaura) y/o Estepa (Ostippo); o tal vez casas de legionarios licenciados que edificaron en las correspondientes parcelas que les fueron asignadas para su asentamiento. 

Hay estudios que indican la posibilidad de que Ostippo fuera colonizada por veteranos de la legión VI ferrata, no dejando de ser municipio. 

A poca distancia aparecen también otros pisos de viviendas. 

El tiempo transcurrido, el empuje devastador de los vándalos, el saqueo posterior de los árabes y la actual labor expoliadora han reducido buena parte a ruinas y cascotes. 

Según Aguilar y Cano, “Allí estuvo el anfiteatro, que sin piedad destruyeron para las obras del ferrocarril...”. 

Seguramente se corresponda con los escalones que por el lado del río se ven en la roca del monte, y que se conocen en el pueblo como “las escaleras”. 



Si realmente existió un anfiteatro fue destruido. Como bien dijo Domingo Caballero, “Esos peldaños tienen 0’50 metros de altura y los antiguos eran bastantes cómodos y prácticos, no hacían escaleras para gigantes. Por otra parte, si fueran gradas de un circo, se vería continuidad en ambas direcciones. Se trata, sencillamente, de vaciados sucesivos y escalonados de una cantera de extracción de bloques.”. “De ella se sacó el balasto para la construcción del ferrocarril – alrededor del año 1860- y firme para las carreteras del pueblo”. 

Tal vez esa continuidad exista y no sea visible por estar enterrada, cuestión de investigarlo. 

“Allí restos de murallas y allí el ábside de un pequeño templo, cuya forma desafía los agravios de los siglos.”. “ La Atalaya bien explorada suministraría objetos para una colección de antigüedades.” 

“En poder del aficionado don Antonio Cano paran, entre otras curiosidades extraídas de la atalaya, una cabeza de piedra, un trozo de estatua, un casco de tinaja con marca, varias lucernas, monedas, etc.”. 

“El que esto escribe conserva, de igual procedencia, una cabeza de estatua, y lo que es más notable, una escultura de la Virgen de las Angustias que, según las personas peritas, pertenece a los tiempos de Don Juan II o los Reyes Católicos, últimos del arte gótico, en que se vislumbraba ya el Renacimiento. Esto ha hecho concebir la idea de que en la Atalaya hubiese alguna torre de la Edad Media con su oratoria y que a él perteneciera la escultura. ¿Se veneraría acaso esa imagen en el pequeño templo romano cuyos restos se conservan, convertido al efecto en templo católico?”  



Los restos de ese pequeño templo-eremitorio (el ábside) aún se conservan junto al montículo. Actualmente se desconoce el lugar donde se puedan encontrar la cabeza de estatua, la escultura de la Virgen de las Angustias, las lucernas y demás objetos antes mencionados. 

Se sabe que existía una calzada romana que unía Badolatosa (Vadus Latus o Badus Latus) con la Atalaya-Ventippo, pasando por el Cortijo Villalata

Otra calzada, como continuación a la anterior, unía Ventippo con Laura (Lora de Estepa) y Ostippo (Estepa), hasta Carteia (Algeciras). Esta cruzaba el Río Yeguas sobre un puente y pasaba por el Almajar, muy próximo al Cortijo Parejo (¿Carruca?). Enlazaba seguramente con una derivación de la calzada de segundo orden que unía Cástulo (Cazlona) con Astigi (Ecija). 

También se conservan restos y señales de otra vía romana que desde el Puente Viejo, hoy destruido, que estaba sobre el Singilis (Genil), cerca del Castillo-Anzur (Angellas), se dirigía a Ventippo, y desde allí pasando por el puente del río Yeguas, atravesaba los términos de Estepa y Herrera (¿Cedrippo?), trazado que siglos después utilizarían para realizar la vereda del Santo Rey Don Fernando. 



Aguas abajo del Río Yeguas, al distanciarnos un kilómetro de Casariche, se podían ver en el fondo del mismo algunos restos del citado puente romano. Lo que sí podemos observar es el comienzo de dicho puente en la margen derecha del río.

Una interesante descripción de Ventippo es la que realizó el historiador José Oliver y Hurtado en un informe sobre su viaje literario en el territorio comprendido entre Ronda y Osuna. Dicho informe fue enviado a la Real Academia de la Historia el día 9 de septiembre de 1864, y que en parte dice así: 

“Pero lo que llama la atención de los vecinos de los pueblos inmediatos, Badolatosa y Casariche, son los restos de la puente romana sobre el Genil que denominaron los naturales del país el Puente viejo. 

Hallase situada entre los Cortijos de Burraco y Bóveda,(...) cerca del Castillo Anzul, orillas del río del mismo nombre, dista una legua escasa de Badalatosa, otra legua larga de Puente Genil y legua y media de Casariche. 

Ya estaba quebrada en tiempo del Marques de Valdeflores, que visitó el siglo pasado estos lugares, y es tradición constante que por ella hubieron de pasar los ejércitos de Cneo Pompeio y de Cesar, tradición que recibe gran fuerza del hecho (...) de no ser vadeable en estos sitios de modo que necesariamente hubieron de pasarlo por el puente que ha quedado con el nombre de Puente viejo, en busca de la ciudad de Ventipo, cuyas ruinas se registran a la banda meridional del río en el lugar que llaman Villares del cerro del Atalaya. 

Hallanse situados al NE., 4º al N de Casariche y al E de Puente Genil. Distan de la primera población Kilómetro y medio, de la segunda legua y media, del río Genil por Badolatosa legua y cuarto, y de Estepa dos leguas. 

El cerro del Atalaya linda con el cortijo de Abajo, propiedad de Don Francisco Cano Morales, que labra también las tierras donde yacen las ruinas de Ventipo. 



El edificio mas completo, que aun subsiste en pie, es de argamasa y de forma circular, su diámetro 7 metros y 6 cents., tiene una puerta para entrar en el interior, pero es preciso inclinarse por que el piso esté cubierto de tierra que obstruye o dificulta la entrada; en la parte superior hay una especie de cornisa de la misma argamasa, la cual remata el edificio, otro ya arruinado se encuentra frontero, y dél solo se conserva parte de la bóveda, donde las filtraciones de las aguas han formado caprichosas estalactitas. 

Hace muy poco que practicadas algunas excavaciones en la cumbre del cerro, en busca de tesoros, se han hallado grandes sillares, y la pared entera de una casa, con otras que destruyeron por su codicia o que ya estaban antes, al quedar sepultadas entre las demás ruinas. 

En toda la extensión de los villares se ven ladrillos y barros antiguos, y en su circuito se reconocen cimientos de torreones y de murallas, particularmente sobre la orilla del río Yeguas, que lleva sus aguas al Genil, después de bañar el cerro del Atalaya. 

En esta dirección se ha descubierto, no hace muchos años, una cantería y todavía se notan allí los cimientos de edificios y sillares, y los vestigios de un puente hacia Estepa, a la que iba una realenga desde el puente viejo, o romano sobre él y el Genil, de que antes se ha hablado. La altura del cerro, computada desde el río, es de treinta metros, y comprende unas setenta fanega de tierra... 



Aquí se encontraron las inscripciones de Ventippo, que el Marqués de Valdeflores vió y copió en Casariche, la casa de Bartolomé de Sojo, á donde dice Jurado, Ulia romana y fundación de Montilla

Ms de la Biblioteca de Medinaceli, que primeramente fueron llevadas, es la misma que hoy sirve de posada en la plaza de la misma villa. 

La única persona aficionada que había en el pueblo era el maestro de Humanidades que recogió varias medallas encontradas en aquellos villares, entre ellas las de Ventipo, que remitió a D. Domingo de Silos Estrada, vecino de Osuna

Desde los villares de Atalaya sigue el camino de Casariche, y desde este punto, tomando la dirección de Oriente a Poniente, que es el punto natural que hubieron de seguir los ejércitos para aproximarse a Urso, hoy Osuna, ocurre primeramente hacia la parte de Medio día la población que lleva el nombre de Lora de Estepa

Esta debe ser la antigua Olauro, según las inscripciones que en ellas se hallaron...” 

En este mismo informe aparece un dato curioso, en el que se puede ver el valor simbólico que se le dio a la moneda aquí acuñada: 

“...en la Hacienda de San Cayetano del Canal (de Puente Genil), propia de dicho conde (de Padilla) se hallaron el tronco de una estatua con ropa geflotante, la portada, al parecer, de un edificio y la medalla de Ventipo, perfectamente conservada, que ha sido regalada al Emperador Napoleón...” 



De este lugar, cerro de La Atalaya, recogió D. Domingo Caballero varios objetos que fueron ingresados en el Museo Arqueológico de Sevilla el día 8 de junio de 1971, en nombre del Dr. Benjumea. Algunos de dichos objetos son los siguientes: 

-Placa de barro cocido con estampilla circular con flor de ocho pétalos. 
-Asa de bronce. 
-Alabarda de hierro. 
-Panza de vasijas de cerámica ibérica decorada. 
-Trozo de mármol rojo veteado. 
-Hebilla. 
-Cabecilla de barro (rostro). 
-Ladrillo con doble inscripción en el canto: AMAVONIS VIVAS. 

LA MONEDA DE VENTIPPO. 

La moneda aquí aparecida y acuñada, aparece con la leyenda VENTIPO, con una sola “P” y con la “T” sobrescrita en la “N”, es catalogada por varios autores cómo procedente de una ceca ibérica. 

Tal vez podría considerarse ibero-romana. Según algunos autores, la moneda ibero-romana desaparece con la subida al poder de Octavio Augustus, primer emperador romano. Esto sería entre el 27 a.C. y el 14 d.C. Otros autores dicen que la moneda ibérica es la anterior al emperador Augusto y que a mediados del siglo I a.C. en las monedas sólo aparecía alfabeto latino. 



En su monedas figura la cabeza de un guerrero en el anverso, y un soldado reciario armado con espada tridente y escudo, con la leyenda VENTIPO en el reverso. 

El reciario llevaba oculta una red con la que enredaba al contrario en la lucha El poner ésta figura en la moneda indica que los naturales de Ventippo eran diestros en este género de lucha y uso de la red y tridente. La cabeza galeada con morrión la atribuye a Marte, aunque este tipo de gladiadores y sus luchas parece estaban consagradas al culto de Neptuno, por cuya razón usaban el tridente

“La moneda es singular, por la circunstancia de darnos la figura de un soldado reciario, cosa que dice el mismo Padre Maestro que no se halla en algún otro ejemplar de medalla” 

“Aunque no tiene inscripción la primera parte de la Medalla, podemos reconocer al Dios Marte en la cabeza galeada, por corresponderle el morrión, y porque el reverso muestra tambien el ejercicio de armas, por medio de la figura de un Gladiador Retiario.

La figura del reverso tiene puñal al lado izquierdo, la cara descubierta sin celada, con una especie de birretina, que remata en un colgante largo, y algo arqueado: todo lo cual es un vivo retrato de lo que los Antiguos nos digeron del Retiario, (...). Desde entonces reconocen los Antiguos el origen de los Retiarios; nuestra Ciudad, es indicio de que allí prevalecia esta casta de lucha, en que sobresalían los Ventiponenses, y por eso la escogieron por empresa, poniendo al lado el nombre del lugar, VENTIPO, que como se ve, parece ser lo mismo que el Ventiponte del comentario atribuido a Hircio(...). *Es de gran bronce, rarísima, y de la primera excelencia. ”  

Además de por la moneda, se puede decir (aunque de forma muy discutida) que la ciudad de Ventippo se hallaba en lo que hoy llamamos “La Atalaya” por la aparición de varias lapidas funerarias con dicho epígrafe. 

Todo esto hace pensar que la moneda se acuñase después de la Batalla de Munda, que se produjo el 17 de marzo del 45 a.C. 

Fuentes
Francisco Estepa López

2 comentarios:

  1. Gracias por la difusión de la Historia y Cultura de Casariche.

    Atentamente;

    Francisco Estepa López

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  2. hola amigo se te a orviao incluir el kiosko la carpanta

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