SUEÑO ADENTRO
Hoy ya que sólo queda la sombra y el recuerdo,
la sombra de los árboles saliendo entre la brisa
de aquel jardín en donde las horas iban lentas,
como un cielo de noche, sin noche y sin orillas.
Hoy ya que sólo llevo tantos pozos a donde,
si me asomo, contemplo las cosas que me miran,
la mano vieja, el tacto, la estancia grande y clara,
el silencio y la voz cantándome tranquila
mientras me voy perdiendo sueño adentro. En la calle
un silbido, unos pasos, un vuelo. No se olvida
lo que escriben los sueños en la sangre. Revive
por la noche y a veces nos hace por el día
tornar la cara. Llaman. Ay qué sombra tu sombra
en las paredes blancas, tu falda fugitiva
entornando postigos, dejándome embarcado
riberas de los sueños, aguas del sueño arriba.
Hoy que todo se hace transparente y tranquilo
como el mar cuando está muy cerca de la orilla,
y latido a latido el corazón devuelve
la ternura hecha sangre que parecía perdida.
Todo torna a lo mismo. ¿No son las sombras sabias
guardando los espejos, donde se vio algún día
aquella cara joven, aquella forma dulce,
aquel calor de ave en la mano? Prendida
de paso y para siempre clavado, para siempre
haciendo aquel instante. En lo hondo, a lo lejos,
¿este cuarto, este instante tus ojos no veían?
Jose Antonio muñoz Rojas
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