Mi Testimonio como Madre, que después de muchos años sigue esperando ¿justicia? ...............
Deseo hacer una exposición que, desde luego, no está basada en el morbo ni en un relato lastimero.
No es mi deseo dar lástima, sino que lo que deseo y por lo que estoy luchando es por lo que debiera ser normal en un Estado de Derecho: que la Justicia y la Administración cumplan con los derechos fundamentales de las personas con equidad y justicia para todos.
En mis largos años de desgraciada experiencia en el orden sanitario y de justicia, lo que me he encontrado en el 98% de las ocasiones es dolor, indefensión, impotencia y una triste sensación de abandono por parte de las autoridades administrativas, políticas y de justicia.
Lo que debería ser normal, se convierte en una injusticia pura y dura: algunos jueces que emiten sentencias que podíamos calificar de demenciales y que cuando las lees, son más propias de un inquisidor que de un juez.
La Administración que solo elude las responsabilidades de aquellos que, amparándose en la medicina, manipulan, humillan y condenan a un paciente a ser una cosa, y no un ser humano con opinión y decisión propia.
El oscurantismo en el que se mueven les hace actuar con la más vergonzosa impunidad, teniendo a su servicio una máquina administrativa y "legal", para defender a costa de lo que sea una muerte, una incapacidad, sin importarles cuantos sufrimientos van dejando por el camino.
Y, curiosamente, cuando te "atreves" a denunciar públicamente, te acusan de vengativa o de querer sacar dinero: ¡¡Imbéciles!!.
¿Qué compensación tiene una inmovilidad de por vida, una ceguera o, una pérdida inútil de una vida. ¿En cuanto se puede valorar la desgracia de por vida?.
Las víctimas de negligencias no somos nada y por supuesto, todos sin excepción "vamos a por dinero", o estamos locos.
Esta es la idea que impera desde la Administración y colectivos médicos que se tiene de nosotros.
Pero quiero que sepan que esto solo acaba de empezar, porque mientras la salud y la vida me respeten, seguiré intentando con denuncias reivindicaciones que, con ayuda de mis compañeros, podamos hacer lo que debe ser nuestra obligación: exigir nuestros derechos a ser tratados como en otros órdenes de la sociedad, porque nuestros muertos valen lo mismo que los del terrorismo, violencia doméstica o de cualquier otra agresión.
Nosotros no somos una excepción: estamos hechos de material humano; por tanto, sufrimos y padecemos lo mismo.
Miles de víctimas al año no hacen mover un ápice la conciencia de los poderosos, porque, entre otras cosas, el poder les corrompe, y de ahí esa falta de sensibilidad y de conciencia.
Hacen las leyes por y para ellos, y solo cuando necesitan el voto del ciudadano, se acuerdan de él, buscando como buitres con demagogia, la migaja que pueda llevarles al poder.
Para terminar, una súplica a todos aquellos médicos que, por incapacidad, descuido o ignorancia se les "vaya"un paciente de las manos y sepan que va a quedar tetrapléjico o en coma de forma irreversible: ¡Por Dios, no le condenen a estar muerto en vida!
El ser humano tiene derecho a vivir, sentir, amar y, en definitiva, a una calidad de vida mínima, porque …, la propia palabra lo dice: ¡VIVIR, NO VEGETAR!.
Esta carta fue escrita en el mes de septiembre de 2003 y ratificada en abril del 2006
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