Donal Brendan Murray impidió que salieran a la luz las denuncias de pederastia contra sacerdotes católicos en la archidiócesis de Dublín.

La dimisión fue aceptada en conformidad con el artículo 401/2 del Código de Derecho Canónico, que dice:
"Se ruega encarecidamente al obispo diocesano que presente la renuncia de su oficio si por enfermedad u otra causa grave quedase disminuida su capacidad para desempeñarlo".
Dónal Murray era hasta ahora obispo de Limerick (oeste de Irlanda).
Según el Informe Murphy, que reveló los mecanismos seguidos durante décadas por la Iglesia Católica irlandesa para ocultar, en connivencia con el Estado, los citados abusos, Murray ignoró y ocultó denuncias de abusos sexuales contra menores cuando era obispo auxiliar de Dublín.
Tras nueve años de indagaciones y más de 2.000 testimonios, una investigación concluyó que la cúpula de la Iglesia católica irlandesa conocía el abuso "endémico" al que eran sometidos los 35.000 niños que entre los años 50 y los 80 se acogieron a sus instituciones.
El líder eclesiástico, el cardenal Sean Brady, se declaró "profundamente apenado y avergonzado por el hecho de que estos niños sufrieran de manera tan horrorosa en nuestras instituciones".
El informe "documenta un vergonzoso catálogo de crueldad; el abandono, el abuso físico, sexual y emocional perpetrado contra niños".

El informe "documenta un vergonzoso catálogo de crueldad; el abandono, el abuso físico, sexual y emocional perpetrado contra niños".
Los cinco tomos del informe documentan un rosario de abusos físicos y emocionales, abusos sexuales en muchas de las instituciones eclesiásticas, una red de reformatorios, escuelas industriales y casas de trabajo, sobre todo en las de chicos.
Las escuelas estaban gestionadas de manera severa, con un régimen de disciplina irracional y opresivo que afectaba a los niños pero también incluso a los empleados.
Los niños pasaban hambre y en muchas escuelas la alimentación era inadecuada, incomestible y mal preparada. Muchos testigos hablan de que estaban constantemente aterrorizados por las palizas, en las que se les intentaba provocar el mayor daño posible.
La Iglesia irlandesa sólo ha tenido que pagar un 10% de las indemnizaciones que hasta ahora han sido abonadas a las víctimas de los abusos.
Mientras que el Estado irlandés ha desembolsado ya más de 1.200 millones de euros, la Iglesia sólo ha pagado 128 millones gracias al ventajoso acuerdo que firmó en 2002 con el Gobierno de Dublín y que denunció la oposición en el parlamento.
El Gobierno de la época evaluó en unos 300 millones de euros el coste de las indemnizaciones, que debían pagar al 50% porque la gran mayoría de las instituciones en que ocurrieron los abusos, aunque gestionadas por religiosos, eran públicas.
Aunque desde hace más de un decenio se conocía la escala y profundidad de los abusos, la publicación de un informe de cinco tomos y 2.500 páginas tras casi 10 años de investigación provocó gran conmoción en la República de Irlanda y también en el Reino Unido, adonde emigraron muchas de las víctimas, incapaces de superar la vergüenza y las secuelas de aquellos años.
"Tenían que haber publicado los nombres para avergonzarles, pero no lo han hecho por miedo de acabar en los tribunales", se quejó Tom Hayes, secretario del Grupo de Apoyo Alliance, creado en 1999 para ayudar a las víctimas de los abusos.
El informe sí ofrece cifras que dan una idea de la escala de los abusos cometidos en 55 escuelas industriales y reformatorios de Irlanda por los que pasaron 25.000 niños entre 1937 y 1978.
En total, 496 varones y 60 mujeres han sido identificados por las víctimas como causantes de los abusos, físicos o sexuales.
Entre los varones, 399 eran religiosos (378 hermanos y 21 sacerdotes), 75 seglares y el resto corresidentes o personas ajenas a las instituciones. De las mujeres, 39 eran religiosas.
Un total de 134 hermanos o sacerdotes fueron identificados por entre dos y nueve víctimas y 208 fueron citados por una sola de las 2.000 víctimas que han prestado testimonio.
"Era un hombre muy malo, muy sucio", explica una víctima refiriéndose a uno de los hermanos. "Solía cerrar la puerta con candado y me decía que me quitara la ropa. Me tocaba, me hacía tocarle y me pegaba para que no dijera nada.
"El hermano X vino y me sacó de la cama y me llevó a su habitación, puso la radio a todo volumen y dijo 'quítate el pijama, puedes gritar lo que quieras, pequeño bastardo'.
Cuando se lo dije al sacerdote en confesión me dijo que yo era un mentiroso. Nunca volvió a hablar de eso".
La Iglesia irlandesa sólo ha tenido que pagar un 10% de las indemnizaciones que hasta ahora han sido abonadas a las víctimas de los abusos.
Mientras que el Estado irlandés ha desembolsado ya más de 1.200 millones de euros, la Iglesia sólo ha pagado 128 millones gracias al ventajoso acuerdo que firmó en 2002 con el Gobierno de Dublín y que denunció la oposición en el parlamento.
El Gobierno de la época evaluó en unos 300 millones de euros el coste de las indemnizaciones, que debían pagar al 50% porque la gran mayoría de las instituciones en que ocurrieron los abusos, aunque gestionadas por religiosos, eran públicas.

Las asociaciones de damnificados han dado la bienvenida genérica a la publicación del informe, elaborado por una comisión investigadora encabezada por el juez Ryan, pero ha habido numerosas quejas porque el informe final ha ocultado el nombre de las personas acusadas de los abusos.
En total, 496 varones y 60 mujeres han sido identificados por las víctimas como causantes de los abusos, físicos o sexuales.

Un total de 134 hermanos o sacerdotes fueron identificados por entre dos y nueve víctimas y 208 fueron citados por una sola de las 2.000 víctimas que han prestado testimonio.
De los 253 casos de abusos sexuales denunciados, 88 ocurrieron antes de 1960, 119 entre 1960 y 1969, 37 entre 1970 y 1979 y nueve entre 1980 y 1989. La gran mayoría de los casos (un 66%) han sido tipificados como "abuso sexual, emocional, negligente y físico".
Según las víctimas, "los abusos sexuales ocurrían sobre todo en privado y ocasionalmente en compañía de otros residentes y miembros del personal".
"Los testigos informan de haber sido sexualmente asaltados en muchos lugares, incluyendo dormitorios, cuartos del personal, guardarropas, iglesias, sacristías, aulas, lugares de trabajo, cocinas, enfermerías, duchas, lavabos, cobertizos exteriores, dependencias agrícolas, en campo abierto, áreas de recreo, vehículos a motor, casas privadas, locales comerciales y otras localizaciones", señala el texto.

Me hacía mucho daño y me forzaba. Cuando al día siguiente ibas a la escuela te preguntabas a quién le tocaría el turno ese día".
"El hermano X vino y me sacó de la cama y me llevó a su habitación, puso la radio a todo volumen y dijo 'quítate el pijama, puedes gritar lo que quieras, pequeño bastardo'.
Se masturbó con su mano izquierda mientras me golpeaba con su correa y luego me dio una patada con la bota, la única ropa que llevaba", cuenta otra víctima.
Otro explica como un hermano le violó un día en las duchas. "Yo gritaba y me hacía un daño terrible. Lo había hecho antes en la cama y me hizo sangrar.
Podía ocurrir una vez a la semana y luego no venir durante un mes. Duró todos los años que estuve allí", relata.
Un residente de otra escuela explica cómo le violaron tres hermanos a la vez: "Me llevaron a la enfermería (...) Me ataron a la cama, eran como animales (...) Me penetraron y yo estaba sangrando".
Otro relata cómo dos hermanos le violaban dos veces por semana, siempre los mismos días: "Un hermano miraba mientras el otro abusaba de mí y luego se turnaban. Siempre acababa con una gran paliza.

En otro caso los abusos ocurrían en la cocina. "El hermano me solía hacer caricias y se masturbaba encima de mí, sobre todo cuando le estaba ayudando en la cocina, en una habitación trasera, cuando no nos veía nadie".
"Un día estaba jugando a baloncesto y el hermano X me dijo que tenía unos caramelos para mí en su habitación (...). Fui allí y él apareció desnudo y me dijo que me quitara la ropa. Me frotó aceite y me penetró.
Otro día fue sexo oral y todo eso. No me gusta hablar de ello", cuenta otra víctima.
Es horrible. Ha hecho bien el Papa en pedir que caiga todo el peso de la ley sobre los religiosos pederastas. Que paguen por ello, es lo que se merecen.
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